"Los descubrimientos de la niña de Florida"- cuento propio.
La consigna que dio el profesor de taller de expresión le parecieron claras y sencillas:
Un cuento con cinco objetos significativos de su vida.
No necesitó pensarlo mucho, allí estaban las cosas a las que siempre se sintió atada.
Entró a su habitación, algo maltrecha pero que todavía guardaba cierto encanto de la época en que fue feliz: su infancia. Una pared rosa fuerte que hacía juego con la cortina del mismo color y que parecía torcida por el efecto que causaba la pérdida de algunos ganchos. En la esquina una gran mancha de humedad con las que jugaba a encontrar formas cuando no podía dormir y unos estantes blancos con los objetos significativos que pedía su profesor, que siempre estuvieron allí, como amuletos, el osito Teddy, las gastadas zapatillas de danzas y la mantita de lana azul.
Abrió la computadora para arrancar con la historia que tenía que entregar esa misma semana, pero ese instante marcaría el momento en que su vida cambiaría para siempre.
Una foto en blanco y negro apareció como fondo de pantalla, se sorprendió porque nunca antes la había visto. Se puso los anteojos se acercó para mirarla, le pareció tierna, estaba de la mano con dos nenas mas, mal vestidas, de la mano con las piernitas abiertas en una calle de tierra. Calculaba que tenían tres o cuatro años de edad, no sabía bien. Pero al rato empezó a recordar y como en un corto aparecen imágenes de su infancia y de pronto recordó, eran Meri y Daniela. Recordó también que a Daniela todos la prefieren. Las maestras, los papas, no sabía bien. Pero sabía que era muy dulce y tenía pequitas muy oscuras en todo su rostro.
Pero no entendía como esa foto había llegado allí, ni tampoco entendía como era que daniela tenía en su mano a su osito Teddy.
Trata de ampliar la foto y misteriosamente aparece otra imagen, pero allí solo aparece su hermosa amiga, acostada en su cama abrazada a su osito Teddy y acobijada por una manta de lana azul. Su cara parecía triste y cansada, como sin fuerzas.
El corazón se le paralizó, casi golpeando cerró la computadora y comenzó a llorar.
Sin entender qué era lo que estaba sucediendo.
¿Por qué daniela tenía con ella sus objetos más preciados?, ¿Por qué aparecieron en su pantalla esas imágenes que nunca antes había visto?. Preguntas sin respuestas que la agotaron hasta quedarse dormida.
Despertó a la madrugada sudorosa y sin pensarlo demasiado corrió a la computadora nuevamente con el propósito de buscar información de su amiga de la infancia a la que nunca más volvió a ver. Como nada pudo encontrar decidió apagarla e intentar dormir algunas horas antes de salir para la facultad. Pero no pudo hacerlo, nuevamente imágenes en blanco y negro asaltaban la pantalla y con destellos se cargaban uno tras otro recortes de diario de más de quince años atrás. Y allí la vió. Tendida en la cama, abrazada a su oso cubierta de su mantita azul.
Las crónicas narran: “Extraña muerte de una niña en Florida…”.
Nada volvería a ser como antes, su mente se detuvo en ese instante. Cansada de dar vuelta sobre los mismos pensamientos todo el tiempo, un círculo que regresaba al mismo lugar: la muerte de Daniela y su más preciado juguete, el osito Teddy y la mantita azul.
Un cuento con cinco objetos significativos de su vida.
No necesitó pensarlo mucho, allí estaban las cosas a las que siempre se sintió atada.
Entró a su habitación, algo maltrecha pero que todavía guardaba cierto encanto de la época en que fue feliz: su infancia. Una pared rosa fuerte que hacía juego con la cortina del mismo color y que parecía torcida por el efecto que causaba la pérdida de algunos ganchos. En la esquina una gran mancha de humedad con las que jugaba a encontrar formas cuando no podía dormir y unos estantes blancos con los objetos significativos que pedía su profesor, que siempre estuvieron allí, como amuletos, el osito Teddy, las gastadas zapatillas de danzas y la mantita de lana azul.
Abrió la computadora para arrancar con la historia que tenía que entregar esa misma semana, pero ese instante marcaría el momento en que su vida cambiaría para siempre.
Una foto en blanco y negro apareció como fondo de pantalla, se sorprendió porque nunca antes la había visto. Se puso los anteojos se acercó para mirarla, le pareció tierna, estaba de la mano con dos nenas mas, mal vestidas, de la mano con las piernitas abiertas en una calle de tierra. Calculaba que tenían tres o cuatro años de edad, no sabía bien. Pero al rato empezó a recordar y como en un corto aparecen imágenes de su infancia y de pronto recordó, eran Meri y Daniela. Recordó también que a Daniela todos la prefieren. Las maestras, los papas, no sabía bien. Pero sabía que era muy dulce y tenía pequitas muy oscuras en todo su rostro.
Pero no entendía como esa foto había llegado allí, ni tampoco entendía como era que daniela tenía en su mano a su osito Teddy.
Trata de ampliar la foto y misteriosamente aparece otra imagen, pero allí solo aparece su hermosa amiga, acostada en su cama abrazada a su osito Teddy y acobijada por una manta de lana azul. Su cara parecía triste y cansada, como sin fuerzas.
El corazón se le paralizó, casi golpeando cerró la computadora y comenzó a llorar.
Sin entender qué era lo que estaba sucediendo.
¿Por qué daniela tenía con ella sus objetos más preciados?, ¿Por qué aparecieron en su pantalla esas imágenes que nunca antes había visto?. Preguntas sin respuestas que la agotaron hasta quedarse dormida.
Despertó a la madrugada sudorosa y sin pensarlo demasiado corrió a la computadora nuevamente con el propósito de buscar información de su amiga de la infancia a la que nunca más volvió a ver. Como nada pudo encontrar decidió apagarla e intentar dormir algunas horas antes de salir para la facultad. Pero no pudo hacerlo, nuevamente imágenes en blanco y negro asaltaban la pantalla y con destellos se cargaban uno tras otro recortes de diario de más de quince años atrás. Y allí la vió. Tendida en la cama, abrazada a su oso cubierta de su mantita azul.
Las crónicas narran: “Extraña muerte de una niña en Florida…”.
Nada volvería a ser como antes, su mente se detuvo en ese instante. Cansada de dar vuelta sobre los mismos pensamientos todo el tiempo, un círculo que regresaba al mismo lugar: la muerte de Daniela y su más preciado juguete, el osito Teddy y la mantita azul.
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