Reescrituras del "microcuento"
Reescrituras del microcuento:
Mito Urbano
Muchos la han visto, pero pocos la han concurrido.
Se dice que las personas que pasan por su pequeña carpa instalada en algún lugar secreto en el barrio de Monserrat, desaparecen.
Tiziana, así se llamaba la supuesta bruja de este barrio. Lo extraño de esto es que
los únicos que saben donde se encuentra esta, supuesta mente tienen un “don”. Ella te “atrapa” o te encanta. Si sos de estas personas especiales que considera, no podes dejar de concurrir. Primero te pide que vayas a su establecimiento. Allí te asegurará tu futuro, tu destino y que hasta podría realizar amarres o hechizos de amor con magia blanca . Los hipotéticos mecanismos de esta “hechicera” son que primero te tirará las cartas o te leería las manos. Luego sacaría un libro, descrito como enorme, pesado y antiguo. Y diciendo palabras en algún idioma desconocido (se cree que es latín), te hace desaparecer sin dejar rastros.
Policías e investigadores la han buscado, pero no han podido encontrar ni una sola pista, que los lleven a esta misteriosa carpa de la muerte. El monje Adrian, la ultima persona que se sabe que fue a buscarla. No se sabe nada de este desde hace dos años.
Mito Urbano
Muchos la han visto, pero pocos la han concurrido.
Se dice que las personas que pasan por su pequeña carpa instalada en algún lugar secreto en el barrio de Monserrat, desaparecen.
Tiziana, así se llamaba la supuesta bruja de este barrio. Lo extraño de esto es que
los únicos que saben donde se encuentra esta, supuesta mente tienen un “don”. Ella te “atrapa” o te encanta. Si sos de estas personas especiales que considera, no podes dejar de concurrir. Primero te pide que vayas a su establecimiento. Allí te asegurará tu futuro, tu destino y que hasta podría realizar amarres o hechizos de amor con magia blanca . Los hipotéticos mecanismos de esta “hechicera” son que primero te tirará las cartas o te leería las manos. Luego sacaría un libro, descrito como enorme, pesado y antiguo. Y diciendo palabras en algún idioma desconocido (se cree que es latín), te hace desaparecer sin dejar rastros.
Policías e investigadores la han buscado, pero no han podido encontrar ni una sola pista, que los lleven a esta misteriosa carpa de la muerte. El monje Adrian, la ultima persona que se sabe que fue a buscarla. No se sabe nada de este desde hace dos años.
Leyenda
Solo podía pensar en ella y en la forma en que podría conseguir juntarse con su hermosa doncella. Pero su padre el rey cretino de Creta, solo dejaría que se casara con su hija si le demostraba una fuerza e inteligencia superior. Así fue que el rey ante el desconsuelo de su hija que solo quería casarse con el prisionero, decidió consultar al dios todo poderoso Zeus. Este le aconsejó que lo llevará a Jatira, una cueva muy lejana y oculta de donde nadie puede regresar. Y ademas allí se encontraron tres cíclopes que estaban esperando para matarlo.
La doncella Irene, cuando lo llevaban corrió hacia él, pensando que quizá seria el ultimo día que lo vería y le dio su más preciada pertenencia, el diario en donde escribía todas sus tardes y también en donde declaraba su amor por él.
A medida que el prisionero iba caminando, se le ocurrió ir dejando hojas arrancadas del diario íntimo que le regaló su bella Irene.
Las colocaba semi enterradas para que estas no se volaran con el frío viento. De esta manera, dejaría rastros del camino para no perderse y poder regresar.
Cuando llego allí con su fuerza venció a los cíclopes.
Así fue como su inteligencia y astucia, le permitió casarse con el amor de su vida.
Ficción
El reloj de la sala azul marcaba las diez, la misma hora de todos los jueves desde hace tres años. En el que su esposa salía a cuidar a su amiga enferma.
Apenas cerró la puerta subió despacio por la crujiente escalera de madera que lo llevaba al ático. el olor a polvo mezclado con humedad aumentaba el malestar que sentía ese día.
Por la claraboya la luz amarilla se reflejaba sobre el libro de mil hojas que lo esperaba sobre la destartalada mesa.
Se juro que esta vez llegaría al final de la historia, no importaba si esperaba a su esposa con la comida, no importaba si cada palabra de ese libro lo lastimaba y lo hundía en la soledad de cada noche.
…”No podemos seguir esperando más. Decía el mientras acariciaba su espalda. Pero ella como siempre se vistió rápidamente subió a su coche y manejo lentamente con la necesidad de que el tiempo se detuviera en la distancia que la alejaba de su casa…”.
El reloj de la sala azul marcaba las diez.
El reloj de la sala azul marcaba las diez, la misma hora de todos los jueves desde hace tres años. En el que su esposa salía a cuidar a su amiga enferma.
Apenas cerró la puerta subió despacio por la crujiente escalera de madera que lo llevaba al ático. el olor a polvo mezclado con humedad aumentaba el malestar que sentía ese día.
Por la claraboya la luz amarilla se reflejaba sobre el libro de mil hojas que lo esperaba sobre la destartalada mesa.
Se juro que esta vez llegaría al final de la historia, no importaba si esperaba a su esposa con la comida, no importaba si cada palabra de ese libro lo lastimaba y lo hundía en la soledad de cada noche.
…”No podemos seguir esperando más. Decía el mientras acariciaba su espalda. Pero ella como siempre se vistió rápidamente subió a su coche y manejo lentamente con la necesidad de que el tiempo se detuviera en la distancia que la alejaba de su casa…”.
El reloj de la sala azul marcaba las diez.
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