Cuento: "Las vueltas de la vida"

Era viernes por la noche. Roberto Sosa había vuelto de su trabajo de vendedor de periódicos  en un antiguo puesto que quedaba a pocas cuadras de su humilde pensión en el bajo flores del barrio porteño. Cansado de su aburrida y monótona rutina, se sentó a tomar una cerveza y a ver los noticieros que pasaban a la noche por la televisión, hasta que el ruidoso timbre interrumpió su actividad.
Cuando se acercó a abrir la puerta, encontró en el suelo una caja blanca muy peculiar.
Al abrirla se encontró con lo que nunca hubiera esperado: una invitación a la boda de su única hija.
Lo primero que se le vino a la cabeza a Roberto fueron los recuerdos de desilusión y tristeza que cargaba. Hacia 25 años su esposa se había llevado a su hija de un año a vivir con ella y su familia en Estados Unidos. Es así como este tuvo que dejarla de ver, ya que no le alcanzaba la plata para irla a visitar. Excepcionando las cuatro o cinco  veces que la madre la había traído a Buenos Aires para hacer unos tramites y de paso para que vea a su padre.
De esta manera pasaban los cumpleaños, las navidades y todas las festividades que eran un calvario para Roberto que  ahorraba y ahorraba pero su humilde trabajo no le permitiría viajar para ir a verla.
 “Pero esta vez no sera así” pensó este y fue corriendo a buscar un precario monedero escondido entre sus zapatos, donde guardaba sus pequeños ahorros. Encontró solo 30 mil pesos. Esto no le alcanzaría para nada. 
Llorando como cuando un nene llora cuando se le rompe un juguete, se levantó para ir a comprar unas latas de cerveza y así ahogar sus penas en alcohol.
Melancólico iba por la calle de ese frío julio, cuando de repente antes de ir al almacén de barrio que él siempre concurría se encuentra con algo que le llama la atención, una quiniela.
Este era un lugar antiguo que había estado siempre en el barrio pero que nunca le había prestado atención. Por unos minutos Roberto dudo si entrar o no, nunca habia entrado en este lugar, ya que le parecía que todo era falso y que era una perdida de tiempo y dinero pero decidió hacerlo, no tenia otra opción.
“voy a probar mi suerte, total no tengo nada que perder” pensó.
Traía $300 que había ganado ese día en el trabajo. Así fue como compro con esta plata  6 boletos para el loto. Desesperanzado y mirando sus boletos comprados pensó: “que locura haber gastado todo esto en esta porquería”.
Pasaban los días y Roberto no podía dejar de pensar en su hija, en cómo la extrañaba, en la falta que le hacía. Un martes cualquiera suena el teléfono. El se estaba por ir a trabajar y estaba llegando tarde así que lo dejó sonar para que le dejasen un mensaje. El teléfono insistía e insistíía. Por lo que tuvo que atenderlo. “Señor gano el loto, ganó 300 millones de pesos”. Roberto pálido dejó todo lo que estaba haciendo apurado y se sentó, no podía creer lo que estaba escuchando. Al principio pensó que era una broma de mal gusto que le estaban haciendo. Pero luego le explicaron que realmente había ganado y en lo único que podía pensar era en su hija.
” Voy de sorpresa” pensó,  pero luego se dio cuenta que no sería lo indicado luego de 8 años sin verla.
Tardó una semana en escribirle una carta a para comunicarle que iría a su boda. Estuvo meditando  en  mandarle un mail pero una carta iba a ser más formal y apropiado. Pensó que seria mejor contarle lo de su suerte en persona, por lo que solamente le iba a informar que iría para allá y que se quedaría unas semanas con ella.
Una mañana se ausento en el trabajo. Ya no le importaban las consecuencias, si lo echaban o si le descontaban algo de dinero.
Luego de llevar la carta al correo comenzó a fantasear con lo que sería su viaje y su encuentro.
Lo primero que hizo fue salir a comprar. Una valija ya que la que tenía estaba desgastada y agujereada. Después se dirigió a una sastrería en el barrio de Palermo. “La Restinga”. Una marca  de ropa masculina lujosa con la que Roberto usualmente fantaseaba. Allí se compró un  ostentoso traje para el casorio. Unos zapatos. Y aprovechó para comprar mudas de ropa ya que no se compraba hace años. 

Iba por la calle saltando de la alegría, No podía creer la suerte que había tenido y todo lo bueno que le esperaba en ese viaje que estaba apunto de comenzar.

Pastillas de todo tipo se veían arriba de la mesa de la cocina de Roberto. Arriba de esa carta fruto de su muerte. Esa carta de su hija que pensó que iba a ser  una respuesta positiva pero fue lo contrario. “ Es una hipocresía que vengas a mi boda ya que te perdiste todo mi crecimiento. Además no quiero que los padres de Benjamin( se ve que era el futuro esposo) conozcan a la vergüenza de mi padre, bah, ni siquiera así te puedo llamar  por lo ausente que estuviste. No aparezcas ahora que tengo toda mi vida resuelta.”
¿Quien creería que una persona luego de ganar tanta plata terminaría con su vida?¿Es importante darle tanto valor a las cosas materiales? ¿El dinero realmente hace a la felicidad ?

Quizá todos tengamos diferentes puntos de vista respecto a estos temas, Pero  a Roberto Desvanecido en el piso luego de haberse tomado dos blisters de Paracetamol, no pensaba en que con el dinero podría cambiar su calidad de vida, o arreglarla de cierta forma. Lo único que se le venía a la mente eran los momentos que pasó con su hija, que fueron pocos, pero los mejores recuerdos de su corta y resignada vida.

Comentarios

  1. Hola, Bianca! me gusta mucho el cuento, me parece que esta muy bien logrado de acuerdo a la anécdota de Chéjov: el personaje, el dinero, el suicidio. Además, al final se descubre la segunda historia: detras de la felicidad del personaje por ir a la boda se encuentra(secreta hasta el desenlace) la negativa de la hija fundada en el resentimiento por la ausencia de su papa durante toda su vida. Me gusta como desarrollaste esos dos lados!
    Por otra parte, también me parecen muy interesantes tus análisis y demás producciones colgados en el blog, por lo que pude leer te desenvolves muy bien en la materia.
    Saludos!

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